SOLES Y SOMBRAS I
De las interacciones o lecciones destacables algunas por su intensidad, no recordaré lo que mi memoria saludablemente haya descartado, aun cuando las haya almacenado por un tiempo determinado. Y determinado, justo y necesario para prevalecer mi conciencia y autocuidado, a través de cinco décadas, indistintamente colmadas de sol y sombra.
Los tantos días, las horas transcurridas entre sombras y actos fallidos en torno al amor, danzando estoicamente al ritmo de palabras duras, de la lentitud con que llegaba la esporádica ternura, el paso a paso con que vas aprendiendo a interpretar aquellas señales, y tu adaptación al medio, y la tensión propia de una relación disfuncional. Todo esto y cuánto más, silenciado bajo la mirada del ojo humano prejuicioso y convencional, porque a lo anterior se sumaba alguna que otra perversa adicción.
Nadie habla de esos temas abiertamente. Se ve o se lee mal. No son temas interesantes…Creo que en la generación anterior a mí, más bien la de mis abuelitos no se hablaba de lo disfuncional de las parejas, es más, la tendencia era resaltar lo mejor del macho fuerte, dominante y protector, que no estaba mal en lo absoluto, eran otros tiempos, otras mentes, otros corazones, y estaba totalmente dispareja la cosa, se invisibilizaba la fortaleza femenina, por ejemplo la exquisita ternura, la amorosa dulzura y el empuje de mi abuelita paterna, quizás entonces se valoraban sus manos, más que sus pensamiento y sentimientos, y así “sirvió” a sus suegros y familiares, por años mientras mi padre crecía en la casa de sus abuelos, bajo su protección.
Fue mi padre el nieto mayor, el primer descendiente varón heredando el mismo nombre de su abuelo paterno, era el estilo a mucha honra se supone, y como una dinastía reconozco el mismo nombre como secundario en mi generación, y también como propio en uno de mis sobrinos y tío.
Jurídicamente se dice del nombre de una persona; “Se fundamenta en el reconocimiento del nombre como uno de los atributos de la personalidad. La personalidad es entendida como la aptitud para ser titular de derechos y obligaciones, y, por atributo de personalidad se entiende la cualidad que poseen los seres humanos y que los diferencian de los demás seres, siendo esencial e inherente a cada persona.
Desde otro enfoque, cuasi místico se dice; “Cuando nombras a tus hijos como el nombre del padre, del tío, de abuelo o de otra persona cercana, le impides de manera inconsciente que forme su personalidad de manera genuina. Le estarás condenando a que ocupe el lugar del otro en la historia de la familia.”
Por mi parte, sé menos que lo suficiente de quién fue doña Carolina tía de mi abuelita paterna, o sea sé que existió, pero ignoro en qué rama del árbol genealógico y la relación conmigo, pero comprendo que fue significativa y muy querida en la vida de mí abuelita. Y gracias a ella reconozco belleza en el primer nombre que propuso para su primera nieta y reconozco nobleza en mi apellido, sin ser nobleza titulada según versa el español, pero que buen sonido es para mis oídos cuando lo escucho mi nombre completo y de corrido.
No obstante, tengo muchos antecedentes algunos detalles y también fotos de mi bisabuelo Arturo Hidalgo. Mi madre lo conoció en persona.