como supistéis en tiempos y habéis olvidado
son la salud del cuerpo, la paz de la conciencia,
la serenidad del espíritu, la bondad de los afectos,
la espontánea alegría de carácter,
la capacidad de entender y gozar de las bellezas
naturales y creaciones artísticas.
A nadie, ni siquiera al último de los pordioseros
está negada la virtud iluminante de la naturaleza
y la consolación del Amor que todo lo salva.